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Bolivia: Visiones y previsiones

 Los «arregladores» de entuertos

 Antonio Peredo Leigue*

 

Un senador opositor, dueño de tierras y reses, luego de ratificada la Constitución Política del Estado, se asombra del veredicto popular que sanciona, como latifundio, la propiedad de tierras por sobre las 5 mil hectáreas. Pide una revisión a cargo de gente entendida. Comprensible en alguien que considera, a las leyes como normas que deben favorecerlo.

 

El caso es que se suma a un catedrático que llegó a ser dignatario, reclamando una revisión de la constitución por entendidos, como él. Ya no se trata, a su entender, de uno o dos artículos, de un tema u otro. Quiere hacer una revisión completa. En otros términos: quiere invalidar el trabajo de la Asamblea Constituyente; desprecia los avances que se hicieron en reuniones con prefectos y otras autoridades; no le interesan los ajustes que, por último, permitieron la convocatoria a los referendos. Que el pueblo se haya pronunciado, no tiene importancia. Él es la autoridad que pondrá en regla la Ley Mayor. Nosotros, debemos acatar su inapelable sentencia.

 

Pero dos son poca muestra. Se suman analistas, politólogos y, ¡cuándo no!, comiteístas que no se han enterado de que el país cambió. Ninguno de ellos contribuyó, con algún aporte a este avance; fueron opositores desde antes que se redactara un solo artículo de la nueva Constitución. Es decir, no querían, no quieren y no querrán por ningún motivo, que cambien las reglas del juego. Así siempre sucedió con los grupos de poder, y sus acólitos, que quedan fuera de la historia.

 

La tierra improductiva

Es cierto que no es lo mismo una extensión determinada en Santa Cruz o La Paz, en El Chaco que en Pando. Hay condiciones diferentes, por supuesto. Pero el acaparamiento de grandes extensiones rurales, ha sido una constante para los dueños del poder. Y, esa constante, es factor principal del despoblamiento de nuestro extenso territorio nacional.

 

Un poco de historia, no nos caerá mal. Las encomiendas coloniales fueron eso: encomiendas, no concesiones ni donaciones, ventas o transferencias. Los encomenderos eran responsables de que la tierra produjese, para lo cual debían cuidar que los indígenas originarios mantuviesen un nivel de trabajo al menos suficiente. El producto de la encomienda era vendido por el privilegiado. Esa era la norma, aunque aquel patrón colonial se considerase dueño de la tierra. En esa condición, los criollos que se beneficiaron con la creación de la República, se proclamaron dueños de la tierra y de los colonos; es decir, dueños de haciendas y vidas.

 

Pero, como la larga guerra de independencia agotó la explotación de minerales, los grupos de poder se interesaron por las tierras que aún permanecían en poder de las comunidades campesinas. Con Donato Muñoz, como artífice, durante el sexenio de Mariano Melgarejo, decretaron la farsa de la ex vinculación. Los dueños originarios de la tierra debían demostrar sus derechos en un tiempo límite. El engaño fue que el decreto fue conocido por los criollos y se informó a los indígenas cuando había vencido el plazo. Así enriquecidos, los dueños del poder convirtieron a todos los originarios en peones de sus haciendas, pagados con la concesión de una parcela para su sustento, a cambio de trabajar gratuitamente la tierra del gamonal e incluso prestar servicio en la casa del patrón.

 

Todo esto se prolongó hasta el año 1952, pese a que, una década antes, formalmente se abolió el pongueaje. Los señores de la tierra, aliados a los barones del estaño, mantuvieron el atraso como condición de país empobrecido. ¡Aún así se atrevían a proclamar la República!

 

La tierra parcelada

Quizás haya sido una visión apropiada en ese tiempo. Quienes vivimos tal época, asumimos que, ése, era un paso trascendental. Las haciendas y latifundios fueron distribuidos entre los campesinos, que asumieron esa denominación genérica y formaron sindicatos, en el mismo esquema que la organización obrera.

 

Pero no había propiedad comunitaria. No se consideró la unidad de los pueblos originarios. Más bien, se intentó formar cooperativas. Es cierto que, ya a principios de los años ’40, se organizó un movimiento en esa dirección. Pero la cooperativa no pudo consolidarse. La razón es visible ahora; no lo era entonces.

 

De ese modo, la tierra resultó parcelada y, a la vuelta de una generación, comenzó a expulsar a los campesinos. Arracimados en los cinturones de miseria de las ciudades, de su condición de pobres pasaron a miserables. Estaban dadas las condiciones para emigrar hacia otros países, por miserables que fuesen las ofertas; aquí, no tenían ni siquiera esa posibilidad.

 

Cincuenta años después, la situación es desastrosa. Millones de hombres y mujeres han salido de Bolivia como expulsados. Es evidente que emigraron profesionales y gente de clase media baja. Pero, fundamentalmente, son los campesinos quienes componen esa población que podemos calificar, apropiadamente, como exiliados económicos.

 

En tanto, las propiedades rurales en los valles y las tierras bajas, han restablecido el latifundio. Es decir, la propiedad de la tierra no tiene una función productiva, sino meramente comercial. Se compra al Estado a precios ridículos para, luego de algún tiempo, venderla con grandes ganancias.

 

Esa es la norma. Por lo menos lo será hasta el momento en que entre en vigencia la Constitución aprobada el 25 de enero pasado.

 

Los reclamos del terrateniente

Para lograr un consenso que permitiera el referendo simultáneo, se hicieron concesiones. Esto es cierto y debemos asumirlo; no sólo reconocerlo. Pero asumir, es una obligación de todos. Haber aceptado que los latifundios existentes al momento de promulgarse la nueva Carta Magna no serán tocados, a menos que se compruebe que no están produciendo, es un acuerdo entre todos los partidos con representación parlamentaria. En el MAS, con grandes reticencias, las organizaciones sociales aceptaron tal concesión. Pero debe ser vigilantes, pues los terratenientes creen que pueden seguir pidiendo más y más tierras.

 

Alguien dice, uno más entre tantos, que cinco mil hectáreas es insuficiente para trabajar un hato vacuno que rinda alguna ganancia. Así parece, si los dueños de los frigoríficos, pagan una miseria por las reses y se llevan la parte del león. Doscientos dólares por un novillo que rinde más de 300 kilos de carne. Agreguemos la venta del cuero y de los huesos. O los ganaderos se dejan explotar o, como socios de los frigoríficos, explotaron al Estado a expensas de sus aparentes pérdidas.

 

Desde 1950, cuando se hizo el primer censo agropecuario en Bolivia, hasta 2001, cuando ocurrió el segundo, en el Beni se contabilizó la misma cantidad de ganado: 3 millones de cabezas. Si consideramos que los terratenientes ganaderos no hacen otra cosa que dejar que las reses pasten por su cuenta, contratando un número mínimo de obreros para vigilar que se mantengan, llegamos a la conclusión de que, estos señores, buscan que el Estado les pague su desidia.

 

En esas mismas condiciones –dejar por su cuenta al ganado- 5 mil hectáreas, equivalen a un hato de mil cabezas. Lo demás son cuentos de quienes están esperando inundaciones para cobrarle al Estado las pérdidas que sí cuentan con precisión.

 

La tierra productiva

Un millón de kilómetros cuadrados, es una extensión ilimitada, si tomamos en cuenta la escasa población humana. Debemos hacer un inventario mediante el cuál, conozcamos qué cantidad de tierras son apropiadas para el pastoreo, cuáles sirven para la agricultura y qué cantidad de bosques debemos preservar. No podemos olvidar, tampoco, el cuidado de nuestros caudales fluviales que no aprendimos todavía a manejar. Esta es nuestra riqueza. Ese el futuro de Bolivia. Que unos cuantos hacendados pretendan mantener su estilo de vida no puede desviarnos del camino. Es el camino de la construcción de una sociedad nueva en la que ellos tienen que cumplir un papel muy importante por cierto: producir.

 

*Antonio Peredo Leigue es senador del Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia.

 

Aproximadamente el 60% de la población apoya la nueva CPE:

 Bolivia le dijo sí a la refundación

 Alex Contreras Baspineiro*

 

ALAI AMLATINA, 26/01/2009, Cochabamba.- Los bolivianos y bolivianas escribieron una digna página en la historia del país, ubicado en el corazón del continente latinoamericano, al apoyar mayoritaria y democráticamente con el 60 por ciento de los votos a la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado (CPE); por tanto, a su refundación.

 A nivel nacional el Sí ganó con aproximadamente 60 por ciento contra el 40 por ciento del No de los votos (datos de conteo rápido en las mesas electorales).

 «Aquí no hay empate, hay ganador. El Sí a la Constitución Política del Estado alcanzó la mayoría de votos. No hay ‘medias lunas’, la Constitución es la luna llena del país (…) Gracias a la voluntad soberana se refunda una nueva Bolivia», afirmó el Presidente de la República, Evo Morales Ayma.

 La jornada del referéndum constituyente, realizada el 25 de enero, transcurrió con normalidad, veedores internacionales de la OEA, ONU, UE, CAN, UNASUR y otros, como también representantes de la Corte Nacional Electoral (CNE), así lo confirmaron.

 Además, los bolivianos votaron mayoritariamente (78.4%) contra (21.6%) en el referéndum dirimidor para que se considere el latifundio con un máximo de 5 mil hectáreas.

 El Jefe de Estado que festejó el triunfo popular, en La Paz, agregó: «Aprovecho esta oportunidad para expresar mi gran reconocimiento a todas las hermanas y hermanos de Bolivia, a todos los compañeros y compañeras, a todas las ciudadanas y ciudadanos que mediante su voto, mediante su participación democrática deciden refundar Bolivia».

 Adiós al colonialismo

Morales Ayma dijo que a partir de hoy se acabó el colonialismo y comienza la construcción de una nueva República.

 «Quiero que sepan algo, aquí terminó el Estado Colonial, aquí se acabó el colonialismo interno y externo», enfatizó.

 También dijo que concluyó el neoliberalismo, la forma de subastar los recursos naturales, culminó la era de algunos señores que siempre intentaron regalar los recursos naturales. Los servicios básicos como el agua, teléfonos, energía eléctrica, son un derecho humano; por tanto, serán un servicio público y no un negocio privado, así como la constitucionalización de beneficios directos para los sectores marginados de la sociedad.

 Según el Jefe de Estado, el esfuerzo de los movimientos sociales junto a profesionales, intelectuales, artistas y otros sectores sociales no ha sido en vano, pero especialmente la lucha del movimiento campesino indígena, el sector más excluido, el más marginado, más humillado durante la República, ahora es reconocido, porque tiene los mismos derechos que cualquier ciudadano.

A su vez, instó a los prefectos del país, así como los constituyentes a conformar un Consejo Autonómico para implementar las autonomías departamentales, municipales e indígenas.

 «Desde el 2005 al 2009 vamos de triunfo en triunfo, los neoliberales, los vende patrias, permanentemente están siendo derrotados gracias a la conciencia del pueblo boliviano», remarcó.

 La oposición festeja el no

De acuerdo a los datos nacionales, el Sí ganó en cinco de los nueve departamentos del país, la oposición con el No consolidó su presencia mayoritaria en las restantes cuatro.

 El Sí ganó en los departamentos del occidente del país: La Paz (74%), Oruro (68,2%), Potosí (76,3%) y Cochabamba (61,1%) y contrariamente, en el oriente, en las regiones de la denominada «media luna», la victoria fue para la opción del No, con 65,2% en Tarija, 65,1% enBeni, 63,8% en Santa Cruz y 60,7% en Pando. En el caso de Chuquisaca se produjo un empate técnico: 50,3% para la opción del Sí y 49,7% para el No.

 El voto es muy diferenciado si contemplamos los resultados del campo y la ciudad: en seis de las ciudades más importantes gana el No, sólo en tres supera el Sí. En el área rural la situación es diferente porque el apoyo a la nueva CPE es militante y mayoritario.

 «Bolivia envía un mensaje claro: somos cientos de miles de ciudadanos de todos los confines de la patria que defendimos nuestro derecho con un inmenso rechazo al proyecto de Constitución emanado del abuso y del atropello a la ley (…) El pacto social que queremos todos los bolivianos no será posible si el gobierno central y el MAS se dejan llevar por el efímero centralismo», afirmó el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas.

 Mientras en la sede de gobierno y ciudades del occidente festejaron el Sí a la CPE, en las regiones del oriente también festejaron pero por el No.

 «Nosotros agradecemos (a quienes han votado por el No), que Dios los bendiga a los hermanos chuquisaqueños, a los jóvenes, a los profesionales y no profesionales, nosotros seguiremos luchando y agradeceremos a quienes han votado por el No en Cochabamba, Oruro, Potosí y no han tenido miedo. No daremos ni un paso atrás. Nosotros reconocemos la victoria del No y habrá desacato a la nueva Constitución Política del Estado», dijo la prefecta de Chuquisaca, Savina Cuéllar.

 Hacia un pacto nacional

Ante los resultados que muestran un claro triunfo del Sí a la nueva CPE, se debería respetar la decisión del soberano y también las leyes vigentes que dicen que se requiere mayoría absoluta para reconocer la opción del Sí o el No.

 Sin embargo, los sectores de la oposición, aquellos que no quieren la refundación del Estado Boliviano y no quieren perder sus privilegios ya iniciaron una campaña de rechazo a la aplicación del texto constitucional.

 «El texto constitucional ha recibido un apoyo importante, pero el país ha quedado más dividido que antes, el texto carece de legitimidad, no es una Constitución Política del Estado que representa a todos. El Sí ha perdido en cinco de nueve departamentos. Siguen las dos visiones antagónicas de país y tenemos la oportunidad histórica de construir una sola visión», dijo el prefecto de Tarija, Mario Cossío.

 Mientras crece el clamor para que el Presidente de la República convoque a un pacto nacional que permita viabilizar, sin violencia, la nueva CPE, algunos representantes del MAS, se oponen a la iniciativa ciudadana.

 El delegado presidencial, Marco Carrilo, en una actitud inconsistente y antidemocrática, comentó que ningún boliviano puede referirse a la investidura presidencial.

 Varias autoridades departamentales o nacionales que se subieron al proyecto del gobierno cuando Evo Morales Ayma ya era Presidente de la República, no conocen los fundamentos básicos del proceso de cambio y, antes de ser un aporte, se han convertido en un obstáculo.

 Cuando la demanda de un pacto nacional para evitar la confrontación, la polarización y la división crece, otros representantes de la oposición señalan que se debe reconducir el proceso constituyente.

 El ex vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada (MNR), Víctor Hugo Cárdenas, dijo: «Bolivia, más allá de lo que nosotros queramos o no, ha dicho un mensaje claro: los votantes del Sí y los votantes del No ya no queremos más confrontaciones, más muertes. Reconduzcamos el proceso constituyente. El Gobierno solo no va a poder hacerlo, por eso propongo una comisión de alto nivel integrada por los tres poderes y prefectos para hacer un gran pacto económico social».

 Para aplicar la nueva CPE, no sólo se requiere un pacto social, sino una verdadera reingeniería legislativa porque según parlamentarios oficialistas se requiere por lo menos la aprobación de 100 leyes.

 Hoy, el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, manifestó que tras el resultado del referéndum constitucional, los prefectos del país tienen que acatar la voluntad de la mayoría de la población.

 «Los prefectos opositores al gobierno tienen que leer la voluntad del pueblo boliviano de manera coherente y adecuada, no cometer los errores del pasado y aceptar esa voluntad», señaló.

 Más allá de los resultados, lo cierto es que en el referéndum constituyente ganó el pueblo boliviano, el soberano, porque con su voto en las urnas también envió el mensaje a los representantes del oficialismo y oposición que se quiere consolidar la refundación del Estado Boliviano con bases sólidas de autonomía, consenso nacional, respeto a lo plurinacional, con una lucha frontal contra la corrupción, con gestión gubernamental, sin violencia, sin racismo, sin mayor polarización y con unidad en la diversidad…

 *Alex Contreras Baspineiro es periodista y escritor boliviano, ex vocero de gobierno.

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